De madrugada (Agnes)

Agnes se encargó de abrir las puertas y yo cerré cuando entramos en el vestíbulo. -Vivo solo, de eso no hay que preocuparse, además no tengo vecinos debajo ni encima. Dije algo divertido. No tenía gracia, pero a esas alturas todo me parecía gracioso. -Voy a irme a la cama, ya puedes irte... Empecé a subir las escaleras con bastante dificultad para llegar a mi habitación.

Me di media vuelta en las escaleras y por ello casi me caigo rodando hacia abajo, pero conseguí mantener el equilibrio. -Es verdad, entonces puedes quedarte si quieres, arriba hay varias habitaciones vacías al lado de la mía. Dije con los ojos entrecerrados. Me sentía muy raro, como si estuviera excitado y no sabía el motivo, nunca me había pasado eso.
Conseguí subir y llegué a mi habitación. Empecé a desvestirme y seguidamente me tiré boca arriba en la cama sin taparme, tenía mucho calor.

Suspiré y me estiré en la cama, dejando caer el móvil, que tenía en la mano, al suelo y volví a reírme de forma estúpida. La luz estaba encendida y la lámpara no paraba de dar vueltas. Levanté el brazo y señalé la luz sin dejar de reír.

Giré la cabeza confuso viendo a Agnes apoyada en el marco de la puerta. Me tapé con las mantas con rapidez, como pude. Sonreí ampliamente y volví a reír por lo bajo. -Claro, ¿que te pasa?. Pregunté intentando no echarme a reír, una misión casi imposible.

Tragué saliva y me quedé serio de golpe en cuanto dijo aquello. Sería una buena obra ayudarle a que se lo pudiera quitar, no había nada de malo, o eso creía. Puse la almohada contra mi torso para taparme por si las mantas se bajaban y me acerqué por detrás a ella. Con calma le bajé la cremallera hasta todo lo que se podía y me volví a alejar. -Ya está. Sonreí sin saber el motivo.

Levanté una ceja sin entender por qué decía aquello. -Me has pedido que te ayude con la cremallera, y ya está. Encogí los hombros dudoso por saber que le pasaba. Traté de no mirarla y me volví a tumbar en la cama tapándome por completo. Empecé a rezar por lo bajo, esperando que ella se fuese.

Suspiré y cerré un momento los ojos. No me gustaba nada que me interrumpiesen en plena oración. -Señor, dame paciencia. Murmuré muy bajo y me dí la vuelta, y viendo que se había tumbado en la cama, me fui más al extremo, no quería tener contacto con ella. Me molestó su risa pero debía ser amable, además no solía enfadarme nunca, era incapaz. -Pregunta. Respondí serio.

Cogí aire, había escuchado demasiado esas preguntas y estaba harto de responder siempre lo mismo. -Siempre he ido a colegios bastante religiosos, mis padres son bastante estrictos con esto y lo llevo porque quiero. Contesté con tranquilidad a su primera pregunta y tomé aire para contestar a la otra. -Claro que he tenido tentaciones, pero el señor me da más fuerza que la propia tentación para poder vencerla. Respondí con una sonrisa amable. Sin duda ya me estaba recuperando, no sabía que me había pasado. -De todas formas ¿por qué te interesa tanto el tema del anillo y la pureza? no es por ser grosero, pero...creo que tu no vales para esto...

Me quedé pensativo. Todas las bebidas que tenía por casa a parte del agua, eran sin alcohol, pero siempre solía tener una botellita de whisky y de vino para las visitas. -En el mini-bar del salón tengo una botella de whisky y de vino... Dije pero sin moverme de allí, no quería que me viese medio en pelotas y prefería que bajase ella a buscarla.

Ví como salía de la habitación y como sabía que volvería, antes de que llegara me volví a vestir a todo correr, poniéndome la camiseta al revés sin darme cuenta. Me volví a tumbar en la cama y me tapé hasta arriba.
-Traeme agua fría, por favor. Le pedí cuando me preguntó. Tenía sed otra vez.

En cuanto dejó el vaso en la mesilla me apresuré a cogerlo y bebí todo el agua de golpe. Que extraño, aquella noche el agua me sabía siempre rara. Serían imaginaciones mías. Ví como bebía de la botella y negué con la cabeza, era una pecadora...
-¿Fiestas? oh no, eso es una pesadilla. Dije hablando completamente en serio. -Ya tienes alcohol...¿ me vas a decir ahora lo de antes?. Pregunté con curiosidad.

-Claro que se divertirme, me divierto con la filosofía, la historia, la fotografía... que no me gusten las fiestas no quiere decir que no sepa como pasarlo bien. Contesté a la defensiva, aquel comentario me había molestado. Tampoco creía ser un aburrido... -Siempre no, hasta que encuentre a la mujer de mi vida. Respondí con una sonrisilla risueña. Otra vez me mareaba ¿pero qué narices me pasaba esa noche?. Miré la espalda descubierta de Agnes y me mordí el labio. "Aguanta la tentación, Daniel..." Decía mi conciencia.

-Yo me divierto con las cosas que a mi me gustan, y odio las discotecas, las fiestas y todo lo que se hace en ellas. Sacudí la cabeza y me tumbé de espaldas a ella. Estaba bastante mal otra vez, nunca me había puesto así... -Es la vida que yo quiero. Contesté cerrando los ojos. Me revolví un poco el pelo, estaba sudando.