De madrugada (Agnes)

-Los que hagan falta. Encogí los hombros y solté una risilla graciosa. -No lo desprecio, pero mis creencias son así y eso no me lo puedo permitir. No sé que le veis de divertido a beber y drogaros...es ridículo. Expresé mi opinión tal y como la pensaba. Volví a reírme en bajo.

Volví a girarme. Estaba bastante inquieto ahí, pero al darme la vuelta me fijé demasiado en el escote de Agnes "¡Daniel!". Ya estaba la vocecita de mi conciencia... Sacudí la cabeza. Levanté una ceja escandalizado por dentro. -No....nosotros no podemos beber, ni fumar...ni ya sabes. Le dí a entender lo último con un tono más divertido sin ser realmente consciente. -Prueba tú a ser como yo, verás que es mucho más sano y divertido.

Puse los ojos en blanco, ante la ignorancia... -Mis padres se entregaron por primera vez cuando se casaron, a partir de ahí ya eres libre para tener relaciones con tu mujer, pero no antes. Volví a explicar. Los ojos se me volvieron a ir a su escote y me mordí el labio. Puse una sonrisa pícara, sentía como que la cabeza se me iba. -No me creas... tú verás. Volví la vista a sus ojos. Tendría que rezar el doble por lo que estaba haciendo.

Noté como me sonrojaba cuando dijo aquello y me dí un golpecito en la cabeza para dejar de mirarla. Cerré los ojos y respiré hondo varias veces, intentando que aquello que me pasaba se esfumase. -Buenas noches. Dije en voz baja, dando a entender que me quería dormir ya.

-Ya he dicho que la tentación existe, pero si realmente crees en tus ideales, estos pueden a cualquier cosa, a cualquiera. Recalqué sin abrir los ojos y sonriendo levemente. Tenía hasta ganas de vomitar...

Bebí del vaso que me había puesto Agnes casi sin tiempo a negarme y abrí los ojos al notar el sabor, genial, había probado la bebida... Escupí todo lo que tenía en la boca hacia otro lado. -¿Qué haces?. Pregunté pero sin alterarme, no sabía enfadarme, nunca podía, con nadie.
Crucé las manos. -Por favor, perdóname, soy buen cristiano... Dije en voz alta mirando al techo. Estaba triste por haber pecado y por haberme fiado, una vez más, como un imbécil.

Noté como una lágrima recorría mi mejilla. Para ella todo eso era una tontería, y no se daba cuenta de que para mí lo era todo y ahora había hecho algo muy grave. Cuando se lo contase a mis padres vendrían para matarme de inmediato..
-Vete a tu cama, por favor. Le pedí triste y educadamente, esperando que me hiciese caso.

Me limpié las lágrimas y me tapé con las mantas la cara, estaba destrozado. -Vete. Volví a repetir sin elevar la voz y con la misma educación de antes. Me apetecía estar solo ahora más que nunca. Cada vez me sentía peor.

Me estiré por la cama y me puse una almohada en la cabeza. Lo que había hecho hoy no tenía nombre, ahora debería dar explicaciones a mucha gente. Me levanté corriendo al baño y empecé a vomitar, cada vez estaba peor.

Cuando terminé de vomitar me empecé a lavar los dientes. La boca me sabía fatal y me daba asco a mi mismo. Después volví a mi habitación viendo que Agnes estaba todavía por ahí. -Lo siento... quédate, por favor. Seguramente no sabía porque me disculpaba, pero me sentía mal echándola de casa a esas horas para que volviese sola.

Suspiré cabizbajo. Otra que se asustaba de mí y salía corriendo. A esa ya no la volvería a ver más, lo sabía, o si la veía me esquivaría, como hacía todo el mundo después de juzgar sin conocerme.
Me metí en la cama sin decir nada y me tapé hasta arriba cerrando los ojos. Solo quería que esa horrible noche se acabara ya y mañana pudiese ser un día diferente y positivo para mí.